En la anterior entrada me quedé comentando que una de las razones por las que muchas veces Moodle parece un monstruo difícil de dominar es su nula o escasa adaptación al contexto en el que se va a utilizar. Los manuales, el único elemento que los usuarios encuentran a mano para reducir a la bestia, no ayudan demasiado porque suelen ser réplicas unos de otros y porque se limitan a relacionar todas las funcionalidades de la plataforma sin importar que éstas sirvan para algo en el contexto en el que se va a trabajar. En un intento por poner todo esto en un formato más atractivo, hay inicativas originales como la de la consultora Sinergy Learning, que vino publicando hasta la versión 2.3 un mapa de administración que representaba todos los menús de Moodle como si fueran paradas y líneas de metro. Dejando de lado que un plano de metro no es que sea lo más intuitivo ni rápido de entender del mundo, se trataba de una idea novedosa y de una buena presentación gráfica, pero volvía a pecar de generalidad y caía de nuevo en presentar Moodle como una única herramienta y no como una base desde la que diseñar herramientas adaptadas a las necesidades formativas de cada institución.
Eh, tú, el listo: Si no nos sirven los manuales ni tampoco las infografías, ¿Cuál es tu propuesta para dominar a Moodle y sacarle todo el partido que dices que nos puede dar?
Bueno, pues mi propuesta no es otra que pensar en Moodle como un producto que hay que desarrollar hasta solucionar una serie de necesidades concretas y específicas que son las de nuestro estudiante. Propongo ponernos en su lugar y, de todas las alternativas y caminos que tenemos para ofrecerle, pensar bien cuales ayudan a alcanzar sus objetivos y cuales no. De las que nos hemos quedado, desarrollar y modificar hasta que nos quedemos satisfechos, pero siempre pensando en qué va a tener el alumno delante cuando entre a la plataforma. Es verdad que esto es un trabajo duro y que vamos a tener que pelear desde el barro que son todos los menús, archivos y carpetas del back-end, pero no es razón para dejar de facilitarle la vida al estudiante lo máximo posible.
Trabajando sobre las pantallas o interfaces que le conectan con el sistema, logramos que el alumno alcance la mejor experiencia de uso (UX) posible con el mínimo esfuerzo de su parte, algo a lo que siempre contribuiremos si conseguimos una plataforma que se explique por sí sola y nos permita quitar manuales, infografías y cualquier tipo de material auxiliar.Esta idea está tomada del diseño centrado en el usuario, una filosofía/metodología de que propone cuatro etapas para alcanzar productos cuyas funcionalidades coincidan exactamente con las tareas que van a desarrollar los usuarios. Estas cuatro etapas, sacadas de la norma ISO que lo regula, son las siguientes:
- Entender y especificar el contexto de uso: Identificar a las personas a las que se dirige el producto, para qué lo usarán y en qué condiciones.
- Especificar requisitos: Identificar los objetivos del usuario y del proveedor del producto que deberán satisfacerse.
- Producir soluciones de diseño: Esta fase se puede subdividir en diferentes etapas secuenciales, desde las primeras soluciones conceptuales hasta la solución final de diseño.
- Evaluación: Es la fase más importante del proceso, en la que se validan las soluciones de diseño (el sistema satisface los requisitos) o por el contrario se detectan problemas de usabilidad, normalmente a través de test con usuarios.
Para explicar cómo se aplica esto a una instalación de Moodle, en la próxima entrada voy a contar un caso real que tuvimos que desarrollar para unos cursos de monitorización energética. Lo ilustraré con los prototipos de diseño que hicimos y con alguna maqueta del resultado final.